Acostado en mi camita
calentito y con mantita,
hacía tanto viento esa
noche
que me molestaba en el
cogote.
Me levanté para cerrar el
balcón
y una estrella iluminaba
el cielo,
viendo en su reflejo
lo que parecía un animal
feroz.
Me asusté un montón
y del sobresalto
me caí en la cama del
tirón
tapado hasta los ojos,
como un capullo en flor.
Y me dije: ¿eres león o
ratón?
Con mucho cuidadito saqué
el pie de la cama,
y mientras el animal feroz
se asomaba
las lunas de su cara me
inquietaban.
Poco a poco me fui
abriendo como un coco.
Saliendo de mi coraza,
me asomé sigiloso.
¡Ni que en el balcón
hubiera un oso!
¡Vaya sorpresa me llevé!
Una lechuza en mi balcón.
A ver como lo cuento yo
para que se lo crea hasta
el más tontorrón.